¿Qué es una onomatopeya?  (Subtítulos en español e inglés. Para ver los subtítulos en español, haz clic en "Settings")

Por Raymond Malewitz, Profesor de Inglés en la Universidad Estatal de Oregón

Traducido por Raisa Cañete Blazquez

Todo el que haya estudiado una segunda lengua sabe que la relación entre una palabra y el concepto que transmite es arbitraria. Si en inglés digo “pencil,” no hay nada inherente en el sonido de la palabra o la forma en la que está escrita que se asimile a un lápiz. Se le llama “pencil” por costumbre—todos los que hablan inglés han aprendido que el sonido “pencil” significa esta cosa.

En alemán, a la misma cosa se le refiere como Bleistift.  Y en español es “lápiz.” Y en Bengala es পেন্সিল [pēnsila]. Y al igual, no hay nada de la palabra bleistift o lápiz o pēnsila inherente al objeto.

Tal y como el gran lingüista Ferdinand de Saussure observó hace más de un siglo, no existe una relación natural o singular entre una palabra y el concepto que significa.  De lo contrario, ¡todos hablaríamos la misma lengua! Las palabras no imitan al mundo natural. Reemplazan ese mundo natural con una serie de sonidos y signos arbitrarios que nos ayudan a procesarlo.

Pero, un momento. ¿Qué hay de palabras como bum, o cuchichear, o hipo, o quiquiriquí?  Esas palabras parecen imitar a lo que representan en el mundo—los sonidos de explosiones, de voces, del hipo, y de los gallos.

El término literario para este tipo de palabras es “onomatopeya,” del latín “onoma” que significa nombre, y “poiein” que significa hacer. Pero en lugar de hacer y usar palabras arbitrarias para significar algo sin relación (como un lápiz), cuando hablamos con onomatopeyas, usamos palabras que suenan como las cosas que describen. “Bum” suena justo como, bueno, esto… [BOOM].  

¿Quiere esto decir que algunas palabras sí que tienen una relación natural con el mundo?

Saussure se plantea esta pregunta en su Curso de Lingüística General, publicado en 1916, y su respuesta es… bueno, no exactamente. Al fin y al cabo, explica, las onomatopeyas suenan diferente al movernos de un idioma a otro. En inglés, se dice “cock-a-doodle-do” para describir el cacareo de un gallo. En francés, sin embargo, la palabra es “cocorico,” y en alemán es “kikeriki.” Lo mismo pasa con hiccup, que es “hoquet” en francés e “hipo” en español. Ahora, probablemente los gallos franceses y alemanes no tienen acentos franceses o alemanes. Y todas las personas en el mundo probablemente hipan de la misma forma.

¿Entonces cómo explicamos estas diferencias?

Lo que Saussure concluye es que entendemos los sonidos que oímos en el mundo no solo a través del sonido real de un gallo, un hipo, o una explosión, sino también a través de los idiomas que sabemos. Las onomatopeyas son entonces palabras extrañas que imitan los sonidos del mundo natural a la vez que se amoldan a la lengua que hablamos.  

Y esto es lo que las hace tan fascinantes para los poetas y otros autores literarios. Para mí, las formas más interesantes de onomatopeya aluden a estarelación entre el sonido y el lenguaje. Me refiero a palabras o frases que producen el llamado efecto onomatopéyico, incluso si las palabras no son,  estrictamente hablando, onomatopeyas. Te voy a dar un ejemplo.

El poema de William Carlos Williams de 1946 “The Injury” abre con estos versos:

From this hospital bed
I can hear an engine

breathing—somewhere
in the night:

—Soft coal, soft coal,
soft coal!

Aquí Williams habla de escuchar el motor de un tren, el cual usa carbón (“soft coal”) de la misma forma en que nosotros inhalamos oxígeno para respirar.
Pero la metáfora de Williams llega al campo de la onomatopeya con la repetición de los últimos versos: “soft coal, soft coal, soft coal!”, lo cual imita el ruido de un tren a vapor por combustión de carbón.

Las palabras por sí mismas—soft y coal--no se considerarían onomatopeyas.  En cambio, funcionan como palabras normales: son sonidos arbitrarios para dos conceptos distintos. Pero al colocarlas en secuencia dentro de la estrofa, Williams crea un sorprendente sonido que es tanto natural como lingüístico. Así, su poema muestra cómo las onomatopeyas alinean los sonidos del mundo con las palabras que usamos para entender ese mundo.

Si tienes otros ejemplos de onomatopeyas o de efectos onomatopéyicos, espero que los compartas conmigo en la sección de comentarios de abajo. Disfruten de la lectura.

Ver la serie entera: Una guía a los términos literarios