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¿Qué es el tono? (Subtítulos en español e inglés. Para ver los subtítulos en español, haz clic en "Settings")

Por Raymond Malewitz, Profesor de Inglés en la Universidad Estatal de Oregón

Traducido por Raisa Cañete Blazquez

Imagina que quieres hacer planes con un amigo. Le envías un mensaje de texto y le preguntas si quiere ir a ver la última película de Marvel al cine del barrio. Ahora imagina que te responde con el siguiente mensaje. “¡Qué buena idea!” Ningún problema a la hora de interpretar esa respuesta, ¿no? ¡Tu amigo quiere ir! Ahora toca relajarse con unas palomitas y buena violencia animada de toda la vida.

Pero, ¿y si hubiera un emoticono después del mensaje de texto? Como este [emoticono mirando hacia arriba]? De pronto tu plan ya no suena tan bien. Quizá mejor optar por el cine independiente…

¿Y este? [emoticono de la risa] ¿Podría…estar bien? ¿O qué tal este [emoticono enfadado]? Bueno, bueno, queda claro que tu amigo no es muy fan de Marvel.

Lo que hacen estos emoticonos es cambiar el tono del mensaje. El tono es la actitud que tu amigo toma hacia tu propuesta, y esa actitud va indicada tanto por las mismas palabras como por el emoticono. De hecho, una de las razones por las que los emoticonos son tan populares es porque ayudan a aclarar el tono de un mensaje.

En encuentros en persona, no necesitamos emoticonos, porque esas mismas actitudes a menudo se indican a través del lenguaje corporal y el tono de voz con los que se representa el mensaje. ¡Qué buena idea![contento] ¡Qué buena idea! [mirando hacia arriba]

Lo que todos estos ejemplos sugieren es que los mensajes siempre van condicionados por los contextos que los rodean. Y eso es lo que hace del tono un tema tan fascinante y, en ocasiones, irritante para contemplar en tus clases de literatura.

En literatura, el tono es, sencillamente, la actitud que un personaje o narrador o autor adopta respecto a un cierto tema. Pero existen un par de razones por las que identificar el tono en literatura es algo más complicado que en estos ejemplos de la vida real. En esta breve explicación, voy a describir dos razones por las que identificar el tono puede ser un poco complicado al leer literatura y luego ofreceré algunas sugerencias de cómo superar esos retos.

Primero, la razón más obvia: la mayoría de la literatura no incluye emoticonos y, cuando leemos, no podemos ver el lenguaje corporal de los personajes de una novela u oír la entonación del narrador de un poema. En otras palabras, no podemos usar la vista o el oído como pistas para determinar el tono como solemos hacerlo en encuentros en persona.

Entonces, ¿cómo compensamos esas ausencias? Hay varias formas de hacerlo, pero lo primero que los buenos lectores a menudo consideran es la dicción o elección de palabras. Deja que te dé un ejemplo, del soneto de Claude McKay “La bailarina de Harlem.” El tema del poema es la cantante de jazz a quien hace referencia el título. Mientras yo lo leo, mira a ver si puedes identificar el tono del narrador hacia la cantante según el lenguaje figurado que utiliza. Dice así:

Los jóvenes aplaudiendo reían junto a las jóvenes prostitutas
Y miraban cómo se balanceaba su cuerpo perfecto y semidesnudo;
su voz era como el sonido de flautas al unísono
sopladas por músicos negros en un día de picnic.
Cantaba y bailaba con gracia y calma;
La luz colgando suelta alrededor de su forma;
Para mí, parecía una palmera que se balanceaba con orgullo.
Aún más hermosa al pasar la tormenta
Contra su oscurecido cuello, rizos negros brillantes
Caían con exuberancia; y tirando monedas con elogio,
Los chicos sonrojados por el vino, con ojos salidos, e incluso las chicas,
Devoraban su figura con una mirada ansiosa y apasionada;
Pero al mirarla a la cara y su sonrisa forzada,
supe que ella no pertenecía a ese extraño lugar.

Obviamente, aquí hay mucho que comentar, pero fijémonos solo en cómo el narrador la ve a ella. Imagina su voz sonando como “flautas al unísono”—un símil tan bonito que ennoblece a la cantante. Ese tono reverencial se refuerza con la metáfora extendida de la cantante asemejándose a una “una palmera que se balanceaba con orgullo / Aún más hermosa al pasar la tormenta.” En ambos casos, el narrador llama la atención a la forma de su arte–su hermoso baile y canto en medio de la tormenta metafórica.

Este tono se opone fuertemente a cómo los otros miembros del público ven a la cantante, y esta actitud se podría interpretar como la tormenta a la que se enfrenta. Tal y como el narrador sugiere, esos jóvenes están menos interesados en su arte que en la forma de su cuerpo, al que observan y “devoran” y del que se “ríen”. En cierto modo, la están admirando, pero por razones muy distintas y bastante menos nobles. Cuando se da cuenta de esa diferencia tonal, la actitud del narrador hacia la cantante cambia de admiración a compasión en los dos últimos versos del poema.

Este cambio ilustra la otra razón por la que identificar el tono puede ser difícil al leer literatura. Las actitudes de la gente hacia un sujeto pocas veces son simples–en literatura o en la vida.

Los mejores trabajos de literatura—y en particular muchísima poesía lírica—a menudo se pueden entender como intentos de representar de forma textual estas complicadas actitudes que todos sentimos pero que pocas veces expresamos o reflexionamos.

Aquí va un último ejemplo. Entre mis favoritos está la poetisa Elizabeth Bishop, que escribió un poema llamado “Cuestiones de viaje,” inspirado en su traslado desde los Estados Unidos a Brasil a mediados de los años 50. El poema empieza con el narrador observando el nuevo paisaje brasileño. Y así lo describe:

Aquí hay demasiadas cascadas; arrolladores torrentes
bajan rápidamente hacia el mar,
y la presión de tantas nubes en las cimas de las montañas los hace
desbordarse en una suave cámara lenta sobre las laderas,
volviéndose cascadas ante nuestros propios ojos.

¿Cuál es el tono aquí? Bueno, porque dice que aquí hay “demasiadas cascadas”, podemos deducir que este narrador no se siente cómodo con los paisajes naturales de Brasil y se siente agobiado por la experiencia. También podríamos deducir que este tono se rige por sus experiencias en los Estados Unidos y por su necesidad de que el mundo de fuera de lo que conoce se asemeje la comodidad de su mundo en casa.

Bien, ¡por fin un tono simple! Pero espera. Más adelante en el poema, el mismo narrador tiene un cambio de actitud:

Hubiese sido una lástima, a buen seguro,
no haber visto los árboles a lo largo del camino,
realmente exagerados por su belleza,
no haber visto sus gestos,
como nobles pantomimas con vestidos color rosa.

Con lo que el narrador parece estar lidiando en estas extrañas descripciones es la pregunta de qué tono debería tomar exactamente en cuanto a sus viajes. Pero como en el poema de McKay, Bishop no nos pide que nos centremos en una sola actitud, simple, clara, y estable. En su lugar, nos pide que reflexionemos en la complejidad del tono sin darnos ninguna respuesta fácil.

¿Y qué quiere decir todo esto para tus propios ensayos y debates en clase? Bien, mientras leas un poema o cuento, te animo a que busques no solo un único tono—la actitud que un personaje o narrador tienen sobre un tema dado—sino también a preguntarte si ese tono es realmente tan simple como parece o si el tono cambia o se modifica a medida que obtenemos más contexto, pensamos más en él, y la historia o poema continúa.

Prestar atención a la complejidad del tono no solo nos ayuda a escribir buenos ensayos. También nos puede acercar a las complicadas formas en las que pensamos y hablamos sobre el mundo y la gente que nos rodea. Si tienes otros ejemplos de este tipo de tonos complicados, espero que los compartas en la sección de comentarios de abajo. ¡A disfrutar de la lectura!

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