¿Qué es el narrador? (Subtítulos en español e inglés. Para ver los subtítulos en español, haz clic en "Settings")

Por J.T. Bushnell, Instructor de Inglés en la Universidad Estatal de Oregón

Traducido por Raisa Cañete Blazquez

En la vida real, damos con historias todo el tiempo, y normalmente es bastante fácil averiguar quién es el narrador. Quizás una amiga te cuenta una historia para explicar por qué la han castigado. Bien. Tu amiga es la narradora. Ella es la que narra la historia.

Quizás luego te sientas con tu amiga mientras su abuelo cuenta una historia de su infancia con el fin de enseñarles una lección valiosa. ¿Quién es el narrador? ¡Fácil! El abuelo.

Pero, ¿y si las situaciones no fueran tan directas? ¿Y si tu amiga contara la historia de tu abuelo? Y si pusiera una voz profunda y ronca, como la de su abuelo, y empezara a usar palabras como “mocoso” y “cacharro.” Y si hasta empezara a decir que las cosas que le pasaron a él, me pasaron a “mí.” Y si lo hiciera en un escenario en un concurso de talentos, y fuera todo tan perfecto que ni siquiera pareciera una broma. O, yendo aún más lejos, ¿y si todo eso lo escribiera? En otras palabras, y si contara la historia de su abuelo haciéndose pasar por su abuelo. ¿Quién es el narrador entonces?

Este es exactamente el tipo de confusión que muchos estudiantes experimentan cuando leen una historia. Sabes que el autor escribió la historia, pero ¿es el autor el que la narra?

En ficción, la respuesta casi siempre es no. El narrador es la creación ficticia que el autor ha creado para que cuente la historia. Es el punto de vista del que proviene la historia. Míralo de esta forma. En ficción, nos gusta que nos engañen. Intentamos dejar de ver a nuestra amiga en el escenario y centrarnos en la actuación.

Cuando eso ocurre, es como si en realidad estuviéramos escuchando al abuelo. Y cuando dice, “Amarré a ese mocoso y lo metí en el maletero de mi cacharro”—o lo que diga—sabemos que es el abuelo contando la historia. Él es el narrador. Tu amiga es solo la persona que lo pone en escena.

Pues bien, lo mismo pasa en un libro. En la novela “Matar a un ruiseñor,” por ejemplo, Harper Lee es la autora. Ella es la que representa la actuación. Parte de su actuación es contar la historia usando la voz y la perspectiva de uno de los personajes, una niña llamada Scout.

Entonces, cuando la novela dice “Le dije a Atticus que no me encontraba bien y que no creía que fuera a ir a la escuela si le parecía bien a él,” sabemos que es Scout la que habla. Scout es la narradora. Ella es la que narra la historia.

Deja que te haga una pregunta. Digamos que una niña se te acerca, de seis o siete años, y te empieza a contar una historia sobre el maníaco que vive al otro lado de la calle. Dice que mide casi 2 metros y que se alimenta de ardillas y gatos crudos, motivo por el cual sus manos siempre están manchadas de sangre, porque si comes un animal crudo, nunca puedes lavarte la sangre del todo. Oh, ¿y cuando las flores de la gente se congelan por el frío? Es porque este hombre sale a escondidas por la noche para respirar sobre ellas.

¿La crees? Probablemente no—a no ser que tengas seis o siete años, en cuyo caso, la reacción más normal es ir a espiar a sus ventanas.

Para el resto de nosotros, la historia nos dice más sobre cómo funciona la mente de la niña que sobre su vecino. Lo mismo pasa en una historia escrita. No confiamos en la narradora, Scout, para interpretarlo todo correctamente. Pero confiamos en la autora, Harper Lee, para que nos muestre a Scout interpretando cosas de forma incorrecta, como hace con estas descripciones de Boo Radley.

Todo forma parte de la actuación de Harper Lee, y nos da una interpretación excepcional. Y es una razón por la que distinguir entre el autor y el narrador es tan importante para entender cómo interpretar una historia.

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